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Entrevistas a Romina Gaetani

Sentada, sola y descalza, mirando los zapatos de taco aguja que no se puso y esperando que el fotógrafo haga click.








 Del otro lado, hay ocho personas que esperan ese mismo momento y controlan que todo en Romina Gaetani (28) esté en su lugar. "¡A ver, una sonrisa!", le pide a la actriz la asistente del estilista Alberto Sanders, responsable de las extensiones de 50 cm. que tiene desde hace dos años. Entonces, la chica de Soy Gitano, de Los Secretos de Papá, Mil Millones, Yago, Buenos Vecinos, Verdad Consecuencia, Verano del '98 y Chiquititas, muestra cómo posan sus ojos clarísimos y su piel casi transparente en 1,68 metros trabajados por la natación y el baile. "Mis estados anímicos se notan enseguida. Ahora, lo que sucede es que estoy cansada. Es que me pasaron muchas cosas. Ayer y anteayer dormí tres horas cada día. Me quedé leyendo una obra de teatro y después me desvelé ordenando placares hasta las 3 de la mañana. Ordenar placares es una forma de ordenar mi cabeza. Y ahora estoy en un momento de muchos cambios y de muchas emociones", dirá ella más tarde.
Quizá tenga que ver con los proyectos. El más tentador: la música. Pero hay mucho teatro para el año que viene y una propuesta de España para su primera película. O tal vez tenga que ver con lo afectivo: ella dice que, después de muchos años de estar en pareja, ahora está sola. Atrás quedaron Diego Suárez, director de Tiempo Final, y Fena Della Maggiora, músico. Pero no se preocupa: "Mañana dormiré", dice.
-Hace poco Florencia Peña, tu compañera en Revista Nacional, dijo que eras una obsesiva
en el trabajo. ¿Podés disfrutar de todo lo que te pasa?
-Esa exigencia me impide relajarme y disfrutar de lo que hago. Pero considero que ser exigente tiene que ver con el lugar que ocupo. A mí me gusta el lugar donde estoy: me respeto y soy respetada. Le doy importancia al trabajo y a los demás. Soy detallista tanto en lo personal como en lo profesional. Pero con el tiempo estoy aprendiendo a soltarme en el trabajo. A veces, estar todo el tiempo exigiéndote te pone de mal humor.

-¿Sos ciclotímica? -Soy ciclotímica, vulnerable, llorona, sensible, cabeza dura, divertida, impulsiva, cero cerebral e ingenua en muchas cosas. No duro mucho con una emoción. Soy muy cambiante y me gusta.
-¿Y eso no desconcierta a quienes te rodean? -Si estoy fastidiosa o irritada les aviso a mis compañeros de trabajo. Pero en general soy muy relajada para trabajar y ellos ya lo saben.
-¿Con tus parejas te has manejado igual?-Soy muy transparente. Hablo y pongo al tanto a la otra persona. O pido ayuda o me guardo.
-Y ahora, ¿cuál es tu situación amorosa?-(Lanza una carcajada) Hace más de un año que estoy sola. Y, aunque estuve de novia desde los 15 hasta los 27, vivo esta soledad como algo maravilloso. Lo bueno es que tengo experiencia y me pongo más exigente. Lo copado es que si conozco a un chico, saco la radiografía más rápido. Antes me costaba darme cuenta de cómo era la persona; ahora, hablo un rato y digo "¡Nooo, con este nooo!"
Bajo las luces
Romina Gaetani dice que tiene bien en claro eso de la fama. "Marearse fácil con el éxito no sólo es algo que suceda en la Argentina: pasa en cualquier lugar y en cualquier profesión. Cuando leo una nota mía o escucho un comentario espectacular no me hago cargo de nada. Claro que me pone contenta. Pero hay que tener los pies sobre la Tierra porque hoy sos la número uno y mañana no te mira ni el loro; y en el restorán donde antes entrabas gratis tenés que esperar una mesa. Tenés que aprender a separarte de la vorágine". El pensamiento es de una chica bien de barrio. Porque Romina -que nació el 15 de abril de 1977- es de Villa Ballester, partido de San Martín. Romina pasó parte de su infancia bamboleando su cabeza como Rafaella Carrá.
Después, cuando estaba en 4º año del Colegio Santa Ana, confirmó que quería ser actriz. Así, de la nada, se anotó en Andamio 90, la escuela de teatro de Alejandra Boero, donde estudió teatro, baile y canto. Muchos años pasaron entre David, el Rey, el musical de Pepito Cibrián y Angel Mahler -su primer trabajo- y Soy Gitano, que no es el último pero sí el que marcó un primer antes y después en su carrera. El otro antes y después de Gaetani fue cuando, hace dos años, comenzó a hacer terapia transpersonal con el método Melchizedek con Graciela Leiva.
Creado por Alton Kamadon, el método llegó a la Argentina en el año 2000 y consiste -según Leiva- en cambiar el sistema energético por luz. Da herramientas para liberarse de todo lo negativo: tristezas, dolor y carencias. "Lo conocí a través de mi mejor amiga, Silvia. Se trata de una terapia más metafísica: integra lo psíquico y lo espiritual con el todo. También estudia la reencarnación, el karma y sostiene que todos estamos conectados con la Pacha Mama y el universo. Se divide en una parte teórica y otra práctica, en conexión con la naturaleza. Esta terapia me hizo replantear todo desde otro lugar: para qué naciste y con qué misión".
-¿Te hacías ese tipo de preguntas? -Soñé siempre con ser actriz pero más de una vez me pregunté sobre mi lugar en el mundo, más allá de la profesión. Porque yo no sé si es lo que haré toda mi vida, pero sea lo que fuere quiero hacerlo desde un lugar donde pueda ayudar a la gente.
-¿Qué sería ayudar? -El actor crece a la par que crece el ser humano. Entonces, cuando encaro un personaje, trato de armarlo con una psicología copada para servir de espejo. Emocionar y entretener importan, sí, pero yo quiero ir hacia lo profundo.
-¿Sos de arrepentirte de lo que hacés?-Yo hice muchos trabajos que no me convencían artísticamente, pero que me aportaron mucho desde muchos lugares. Así que no me arrepiento de nada. Es parte del crecimiento.
-¿Ni de las fotos hot que te instalaron como sex symbol? -No me arrepiento de haber salido semidesnuda en fotos. Hay una falsa creencia que dice que aparecer así es poco serio. Me parece eso no tiene nada que ver con el talento. Yo soy consciente de que lo hago desde el juego, desde lo artístico. Yo no estoy donde estoy porque aparecí semidesnuda en una foto: yo vengo laburando desde chiquita. Recién en Soy Gitano, donde hice un personaje híper sensual, el periodismo quiso rescatar esa imagen mía, que me instaló en un lugar popular. No me peleo con esa imagen: soy sexy pero si me ves en zapatillas a la mañana no das dos pesos con cincuenta.
-¿Sí? ¿Para tanto?-Lo digo pensando en el que me ve de afuera. Yo valgo muchísimo: no tengo precio. Me refiero a que no soy sólo esa mina sexy: soy un montón de cosas más que una mina que sale sin ropa en una tapa.
-¿Y así es como se entiende que te hayas puesto las plumas para personificar a una vedette?-Encaré Revista Nacional desde un lugar que nada tiene que ver con el bikini o las plumas. Caracterizo a una vedette de los años '30, y en esa época estaban tapadísimas. Recién me pongo plumas en el saludo final, como un homenaje.
-Entonces, no se puede decir que como Moria irás de la revista al Congreso... -¡Cero! Es la música la que está en mis proyectos. Quiero hacer discos, muchos discos. Todavía no tengo definido si será rock o pop. O un equilibrio entre ambos. Hacer música es algo con lo que soñé tanto como actuar.
-¿Vas a ser la nueva Natalia Oreiro? -Respeto mucho a Natalia, pero no tengo nada que ver con ella. Ni con nadie. Y salvo porque algunas veces revoleo la cabeza, tampoco haré nada que tenga que ver con Rafaella Carrá (risas). Quizás haga algo de rock pesado hablando de metafísica o de amor.
 

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